Tintero rescatado del silencio callado y borrado.

Tintero rescatado del silencio callado y borrado.

Ni recuerdo la última vez que pasé por aquí. Las fechas marcadas son las del momento en que mi gran y buen amigo me ayudó a rescatar esta locura que empecé hace ya unos años. Admito que me da vergüenza leerme. Este proyecto nace del amor que siento hacía la palabra escrita y sobre todo como algo catártico que me ayude a procesar lo que siento y a desautomatizar lo que pienso. Bueno, quizás si busco ser más precisa, debería decir que es un lugar que me ayude tanto a desahogarme como a pensar, ya que, en la vida, vamos tan alocados que pocas veces paramos para dar una vuelta a lo que hacemos o decimos; lo damos por hecho, lo aceptamos como correcto… Sin poner en valor si aquello dicho o hecho realmente nos representa.

Hoy me he animado a añadir por aquí algún silencio rescatado de un tintero que me animé a escribir en una nota del móvil este verano. Eran momentos en los que la conciencia de la realidad sobrepasaba todo posible manejo de lo que sentía. Toda yo era una ansiedad con patas, un ahogo continuado, un desequilibrio físico y mental apabullante.

La nota que añadí iba con esta fotografía y decía:

El reflejo de la luna crece de la mano de la marea. Hoy, una noche más, nos acompañamos en el insomnio, solo que esta vez, al dar mi ventana al mar, tú luces más radiante que mi melatonina. Quizás, si sueño con un baño salado, si imagino cómo mi cuerpo bucea en él, consiga atraer a la poción del descanso nocturno al aumentar tu reflejo espléndido en mí. Dormir. Rimrod. Mirdor. El corrector cree que escribo raro. Solo pretendía jugar. Lo curioso es que para él, «mirdor» es «mirador», y puede que tenga razón. Quién sabe si dormir es el mirador de la luna, del reloj que no avanza, de la marea anhelada; o si tan solo es la imagen del reflejo de las dos, luna, juntas e iluminadas. Esperemos que no tarde doña melatonina a alcanzar y atrapar mis sueños, mientras tú luces a mi lado, tan radiante y tan salada.

Al día siguiente, tenía que volver a casa, y esto fue lo que anoté:

Cada vuelta de las ruedas del coche aportan plomo a mis pulmones. Cuesta, no quiero encontrarme con quién me daña. No obstante, me niego a que su existencia sea mayor que yo y que imposibilite lo que realizaría sin su presencia.
Vivo entre suspiros, con la absurda esperanza de que algunos de ellos liberen algo de peso a lo que está por venir. Sin el apoyo de los que creía incondicionales, sola y a cargo de mis niñas lo voy a enfrentar. Llevaré el chubasquero que he ido confeccionando en terapia, a ver si resiste también a las balas del narciso con el que me toparé. Asco. Miedo, aunque no sé al qué… Tal vez sea al sufrir, sin embargo, ¿es que he dejado de padecer durante todo este proceso? Es más, ahora soy consciente que ante tanto dolor el negacionismo se ha aliado con mis pensamientos. ¿Podré soportar tanto dolor? Mi cuerpo dice que sí, aunque tiemble, aunque la amígdala se tambalee, sí. Adelante. No hay marcha atrás, ni para coger carrerilla. Lo que siento es total normal. Humana. Bonita. Con dolor inmerecido que usaré como aprendizaje. Todo lo es. Aprender y vivir van de la mano. Delicada, frágil mas irrompible al fin 💪🏻

Hoy he roto el hielo, he abandonado el silencio. Espero aprender un buen hábito y ayudar a sanarme dándome mi lugar, aquí, entre vuelo y vuelo.

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